El globo dirigible surca el cielo este lunes para protestar por los casi 10 asesinatos de mujeres diarios y prepara a la capital para la marcha del 8M
Mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador trataba de advertir a la ciudadanía de los males del feminismo que calienta motores para la marcha del 8M, un enorme zepelín sobrevolaba su cabeza y las de todos este lunes. “10 feminicidios diarios, ninguna en el olvido”, llevaba estampado el globo que ha circulado desde temprano por la capital. Así como el año pasado un grupo anónimo de mujeres proyectara sobre la fachada del Palacio Nacional mensajes como “México feminicida”, este lunes otra iniciativa ha hecho que la ciudad mire al cielo: “Volamos porque en las alturas estamos todas”, reza el comunicado. La violencia contra las mujeres en México sigue siendo el reclamo más inmediato, que ningún Gobierno ha conseguido frenar. Un drama que se ha llevado por delante casi 30.000 vidas solo en la última década y que es ajeno a pandemias, treguas y guerras del narco.
Las mujeres de México no tienen nada más urgente, ni la desigualdad salarial, ni la conciliación laboral, ni siquiera el aborto legal, que reclamarle al Gobierno actual y a los que vengan: “Dejen de matarnos”, gritan en las calles. Los casi 10 asesinatos contra ellas que se cometen cada día en el país ha colocado a la violencia machista en el objetivo más primario. La impunidad para estos casos, como para la mayoría de delitos que se comenten en México, es casi total (un 95% no se resuelven) y asesinarlas resulta prácticamente gratis.
Las cifras de feminicidios no han dejado de crecer, ni siquiera durante la pandemia y tampoco en los lugares más seguros. Las asesinan en sus casas, sus maridos, exparejas o conocidos, en su mayoría. El Gobierno llegó a reconocer el año pasado una “contención” de los homicidios a nivel federal y un aumento en la muerte para ellas. La macabra estadística feminicida sigue engordando, incluso para las pocas —menos de un 10% de los casos se denuncia— que se atrevieron a señalar a su agresor.
Ante esta crisis de seguridad pública contra la mitad de la población, el movimiento feminista mexicano se encuentra más fuerte que nunca. Desde hace tres años, las marchas del Día Internacional de la Mujer Trabajadora se han convertido en el escaparate más poderoso donde el país se refleja ante la tragedia y son masivas. El propio López Obrador llegó a arremeter contra las feministas al considerarlas el único movimiento social capaz de hacerle frente en las calles. Las ha considerado enemigas de la Cuarta Transformación, su proyecto político, y este lunes, mientras el zepelín sobrevolaba sus palabras, el presidente ha tratado de enfrentarse de nuevo a ellas.
“Hago un llamado para que no se caiga en provocaciones y no haya violencia”, ha exigido López Obrador durante la conferencia mañanera al referirse a la protesta que se espera para este martes 8 de marzo. Y ha lanzado una advertencia en el mismo tono que otras anteriores: “Tenemos información de que se están preparando con marros, con sopletes, con bombas molotov. ¿De qué se trata? Eso no es defender a las mujeres, ni siquiera es feminismo, eso es una postura conservadora, reaccionaria, en contra nuestra, en contra de la política de transformación. Es una postura totalmente política”, ha declarado el presidente.
Las marchas del 8M se han convertido desde hace años en una catarsis colectiva, especialmente para un grupo minoritario de jóvenes encapuchadas que rompen, queman y pintan todo lo que se encuentran a su paso. Porque, según ellas, ningún muro, baldosa o monumento vale más que su vida. El Gobierno y las autoridades locales no están de acue rdo. Y han amurallado desde la semana pasada establecimientos, glorietas, edificios históricos y prácticamente todo el Zócalo de la capital, donde planean finalizar la protesta de este martes. También se prepara la capital, liderada por la morenista (partido oficial) Claudia Sheinbaum, con miles de policías mujeres para controlar la protesta.
“Volamos con dolor en el cielo porque en el cielo estamos todas”, arranca el comunicado que han enviado de forma anónima las organizadoras de la iniciativa del zepelín de este lunes. “Volamos porque el cielo no tiene dueño ni gobierno. Volamos porque en el cielo no hay fronteras geográficas, como no hay fronteras de tiempo ni fronteras entre la vida y la muerte. Volamos porque en las alturas estamos todas. Desde el cielo les hablamos a ellas y les hablamos a ustedes, a todos y a todas. Nuestras hermanas asesinadas viven en cada una de nosotras, existen en nuestra memoria y en nuestros cuerpos: ninguna en el olvido. Como mujeres siempre nos han dicho qué hacer y cómo hacerlo. Nos dijeron también qué no hacer y cómo no hacer las cosas. Nos ponen muros, vallas y granaderos. Nos dicen que no se pueden hacer pintas, que no se pueden romper ni quemar cosas: entonces también subimos. Subimos al cielo porque en el cielo no hay límites y porque allí somos todas”, termina el texto.