Italia no pudo mantener la tendencia del domingo, cuando tuvo su día menos letal en más de tres semanas. Así, el total de fallecidos ascendió este lunes a 20.465, aunque se reduce el número de personas hospitalizadas y aumentan los curados.
Los casos totales desde que se detectó el virus el 20 de febrero son 159.516, 3.153 más respecto al domingo y que indica que continúa la tendencia de ligero descenso en la propagación del virus.
Actualmente hay 103.616 personas enfermas. Un total de 35.435 personas ya se han curado, de ellas 1.224 en las últimas 24 horas, también un dato muy favorable, según los datos transmitidos por el jefe de Protección Civil, Angelo Borrelli.
3.260 pacientes están en cuidados intensivos, un descenso de 83 casos (-2,5%), lo que mantiene una reducción de estos pacientes graves.
Pese a que se esté observando una tendencia a la baja en el número diario de fallecidos, la vuelta al trabajo sigue estando fuera del orden del día en Italia, donde el gobierno sigue en guardia y prorrogó hasta el 3 de mayo el confinamiento general.
No obstante, al acercarse la época de calor, los italianos empiezan a impacientarse con la estricta cuarentena impuesta para contener la epidemia, que ahora da señales de ceder tras cinco semanas de aislamiento masivo. Italia fue la primera democracia occidental que padeció el COVID-19.
Ahora probablemente dará un ejemplo de cómo levantar las restricciones que impusieron los límites más estrictos a las libertades individuales en tiempos de paz y paralizaron la actividad económica no esencial.
Por el momento las escuelas siguen cerradas, los niños no pueden ir a los parques, la salida de casa está limitada a una distancia de 200 metros y cualquier salida de casa que no sea estrictamente necesaria puede ser penada con una fuerte multa.
La línea oficial es tener paciencia con las medidas que han logrado contener el contagio hasta tanto se registre una clara disminución de los casos nuevos. Con todo, las autoridades empiezan a debatir el problema de mantener el distanciamiento social en el tráfico, reabrir el comercio y reactivar la manufactura sin provocar un nuevo pico.
Se describe la llamada Fase II como una reapertura cautelosa, a medida que la sociedad sigue conviviendo con un virus hasta que se fabrique una vacuna, lo que tomaría de 12 a 18 meses.
“Evidentemente no queremos engañarnos pensando que todo cambiará”, dijo el premier Giuseppe Conte en un discurso a la nación.
El viernes, Conte prolongó la cuarentena hasta el 3 de mayo. Esta incluye toda la actividad económica no esencial. Después de ese periodo, “espero que podamos volver a empezar, con cautela y gradualmente, pero volver a empezar”, dijo.
Una comisión técnica asesora del gobierno busca ampliar los análisis clínicos de COVID-19, la enfermedad causada por el virus, para saber con mayor precisión la magnitud de su propagación antes de levantar las restricciones. Se hacen preparativos para lanzar una aplicación móvil que permita a la gente saber si ha estado cerca de alguien que ha dado positivo, lo cual podría tomar un mes.
“Con esto uno puede permitir a la gente una mayor libertad de movimiento”, dijo Walter Ricciardi, experto en salud pública y miembro de la junta de la Organización Mundial de la Salud que asesora al gobierno.
La tecnología para la app ya existe, pero las autoridades están elaborando los detalles de su instalación.
Los expertos italianos coordinan con sus socios europeos para aplicar el rastreo por encima de las fronteras nacionales, cerradas en los hechos por el virus. El objetivo es crear una tecnología común que permita reinstalar la libertad de movimientos entre los países de la UE.
Las regiones del norte, las más afectadas por el virus, proponen emitir certificados de inmunidad basados en pruebas de anticuerpos en la sangre, las cuales aún no resultan confiables. Los virólogos dicen que esos documentos todavía son una posibilidad remota.