Madrid.- Aunque la figura del esclavo negro está popularmente asociada a la historia de Norteamérica, lo cierto es que estos hombres y mujeres también fueron utilizados por los españoles para la colonización de América, lugar al que pudieron haber llevado unas enfermedades infecciosas inexistentes hasta entonces en el Nuevo Mundo.
Poco se ha documentado sobre la esclavitud africana en América Latina pero hoy, un equipo internacional de investigadores publica en la revista Current Biology la historia de tres esclavos negros, tres varones que vivieron y participaron en la colonización de América en el siglo XVI y que acabaron enterrados en una fosa común para indígenas en la Ciudad de México.
El estudio cuenta la historia de tres hombres que fueron trasladados por la fuerza a las Américas y mediante una combinación de análisis genéticos, osteológicos e isotópicos, determina en qué lugar de África fueron capturados, las dificultades físicas que experimentaron como esclavos y qué nuevos patógenos pudieron haber llevado consigo a través del Atlántico.
«Con un enfoque interdisciplinario, desentrañamos la historia de la vida de tres individuos que, de otro modo, no tendrían voz y que pertenecían a uno de los grupos más oprimidos de la historia de las Américas», explica el autor principal Johannes Krause, arqueogenetista del Instituto Max-Planck de Ciencias de la Historia Humana.
Los tres individuos fueron hallados en una fosa común en el Hospital Real de San José de los Naturales en la Ciudad de México, un antiguo centro hospitalario dedicado en gran parte a atender a la comunidad indígena.
Tras extraer datos genéticos e isotópicos de los dientes de los individuos, los investigadores concluyeron que los tres compartían un linaje del cromosoma Y, muy frecuente en el África subsahariana, donde pasaron su juventud antes de ser transportados a las Américas.
Un examen posterior de sus huesos reveló que los esclavos tenían grandes inserciones musculares en la parte superior del cuerpo, lo que apunta a un trabajo físico continuo.
Además, uno de ellos tenía restos de heridas de bala de cobre y otro fracturas en el cráneo y las piernas, pero el abuso no acabó con sus vidas, según los investigadores.
«Dentro de nuestras osteobiografías podemos decir que sobrevivieron al maltrato que recibieron y que su historia es de dificultad pero también de fortaleza, porque aunque sufrieron mucho, perseveraron y se resistieron a los cambios que se les impusieron», sostiene Rodrigo Barquera, coautor del estudio y estudiante en el Instituto Max-Planck para la Ciencia de la Historia Humana.
Los investigadores también recuperaron material genético de dos patógenos que infectaron a dos de los individuos mientras estaban vivos, uno tenía el virus de la hepatitis B (VHB) y el otro Treponema pallidum, «la bacteria que causa el pian, una enfermedad similar a la sífilis», dice la coautora principal Denise Kühnert, matemática del Instituto Max-Planck.
Los análisis filogenéticos muestran que ambos individuos -los primeros restos humanos en América en los que se ha identificado el VHB y el pian- contrajeron sus infecciones antes de ser llevados por la fuerza a México, lo que sugiere que el comercio de esclavos puede haber introducido estas enfermedades en América Latina muy pronto en el período colonial.
Este hallazgo es particularmente relevante para el pian, una enfermedad bastante común en los mexicanos durante el período colonial.
«Los estudios futuros deberían centrarse en la comprensión de la transmisión e introducción de este patógeno en las Américas» porque ampliar el catálogo de antiguos genomas de Treponema «nos permitirá comprender mejor la coevolución y la adaptación de este patógeno a los humanos», apunta la investigadora del Max Plank para las Ciencias de la Historia Humanas, Aditya Kumar Lankapalli.
Y es que para Kühnert es posible que el pian no sólo fuera introducido en América a través del comercio transatlántico de esclavos, sino que además haya tenido «un impacto considerable en la dinámica de la enfermedad en América Latina», dice Kühnert.
El estudio señala también que, dado que los tres individuos fueron encontrados en una fosa común, probablemente murieron en uno de los primeros eventos epidémicos en la Ciudad de México.
«Queremos conocer cómo surgieron y se propagaron los patógenos durante el período colonial en la Nueva España, pero también queremos seguir explorando las historias de vida de los africanos que fueron traídos aquí y en otras partes de las Américas» para que «pueden ocupar un lugar más visible en la historia de América Latina», reconoce Barquera.
Por EFE.