El portavoz de la policía local, Kranti Kumar, dijo a CNN que Saripalli Chanavenkateshwaram Rao, de 50 años, fue herido por el animal cuando éste le enterró en el cuello una de las cuchillas amarradas a sus patas.
La víctima, agregaron las autoridades, fue llevada a una unidad médica, donde murió tras presentar un derrame cerebral.
El hombre, originario de la aldea de Pragadavaram, en el estado de Andhra Pradesh, tuvo tres hijos y entre sus aficiones destacaron su asistencia y participación en las peleas de gallos realizadas en su comunidad.
Kumar añadió que Saripalli Chanavenkateshwaram Rao fue agredido por el gallo cuando se dirigía a una competencia ilegal.
El oficial precisó que este encuentro ilícito se realizó sin ningún contratiempo y no se registró ninguna detención, a pesar de la muerte del hombre que vivió en la aldea de Pragadavaram.
A pesar de que las peleas de animales son ilegales en la India desde 1960, este tipo de eventos clandestinos continúan en las comunidades con la intención de obtener dinero fácil gracias a las apuestas y juegos de azar que se establecen.
“Los delitos se han dejado muy claros y han sido explicados a las autoridades del distrito y del estado, pero eligen hacer la vista gorda. No es solo por entretenimiento que estos animales están obligados a pelear, sino que también es debido a las fuertes apuestas y juegos de azar que se producen en relación con estos eventos”, declaró Gauri Maulekhi, directora de la fundación, India for People.
“No creo que la cultura tenga nada que ver con eso: es puramente un juego de dinero y la histeria se hace cargo, la razón y la lógica simplemente pasan a un segundo plano, de tal manera que ni el bienestar del animal ni el bienestar de la gente son suficientes para detenerlo”, añadió.
La activista y miembro de la Junta de Bienestar Animal de India logró en 2015 hacer valer la Ley de Prevención de la Crueldad contra los Animales, cuando un tribunal estatal buscó levantar la prohibición a las peleas de gallos, lo que finalmente no procedió.
Éste no es el único caso de especies salvajes que agredieron a humanos después de varios meses de convivencia.
En diciembre del año pasado los visitantes del santuario Wildlife Environmental Conservation (WEC), en Moonpark, California, presenciaron una escena aterradora. La fundadora del parque, la conservacionista de la vida silvestre Paty Perry, fue atacada por dos tigres que había criado desde que nacieron.
“Ellos comenzaron a jugar con ella y el tigre de bengala puso sus patas alrededor de sus piernas», explicó uno de los abogados del santuario, Michael Bradbury, en declaraciones a la cadena estadounidense ABC7. «Cayó al suelo y otro tigre saltó sobre ella y comenzó a arrastrarla antes de que la sacaran y sufriera algunas heridas”, explicó el abogado de la mujer, Michael Bradbury.
Un año antes se conoció la fatídica historia del cazador Sergey Grigoriyev, quien encontró un pequeño oso y murió “devorado hasta los huesos” por el mismo ejemplar con el que se encariñó por cuatro años.
Lo llamó Vorchun («Gruñón») y decidió criarlo en su casa, en una zona rural del centro de Rusia, donde vivía junto a su pequeño hijo.
Cuatro años después de adoptar al ejemplar, los vecinos y familiares de Sergey notaron su ausencia y cuando dieron aviso a las autoridades descubrieron un oscuro panorama ya que el hombre había sido “devorado hasta los huesos” por su oso, de acuerdo a un comunicado policial reproducido por el diario The Sun.
«La jaula estaba abierta. El animal caminaba por la zona mostrándose agresivo. Y en el lugar encontramos los restos del esqueleto de un hombre», dijo el detective policial Alexey Petrov. «La policía usó las armas para matar al peligroso animal. El oso no representa más un riesgo para la población», agrega el comunicado.
Otra escena que causó conmoción ocurrió en Durango, al noroeste de México, donde un niño de 3 años fue atacado por un oso que sus padres le regalaron como mascota.
Gael Daniel Antonio estaba en el patio de su casa, en la comunidad de El Conejo, cuando ocurrió la agresión. El menor de edad trató de alimentar al oso, el cual le respondió con un zarpazo que le hirió la parte superior de su brazo izquierdo.
Los padres de Gael Daniel lo trasladaron al Hospital San Jorge, ubicado en la calle Lázaro Cárdenas, a diez kilómetros de la comunidad y en la capital del estado; mientras que el ejemplar fue puesto a disposición de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa).