Ciudad de México.- El hongo negro no es nuevo en el país y tampoco es la micosis más frecuente entre pacientes con covid-19, aseguraron académicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Durante una conferencia de prensa virtual, Edith Sánchez Paredes y Laura Rosio Castañón Olivares, integrantes del Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina, recordaron que existen reportes de mucormicosis en México desde hace varios años.
A pesar de que esta infección no es de reporte obligatorio, los informes epidemiológicos precisan que se ha registrado un máximo de 10 mil casos en un periodo de 12 o 15 años y su frecuencia no es considerable.
Además, las expertas señalaron que existen otros hongos que han reportado un número mayor de casos entre pacientes que se han recuperado de covid-19, como el Aspergillus. Sin embargo, la mucormicosis llama la atención porque registra una mortalidad de alrededor de 90%, sobre todo en quienes no son diagnosticados a tiempo y no reciben un tratamiento adecuado.
Sánchez Paredes explicó que esta infección no se transmite de una persona a otra, sino que es provocada por hongos microscópicos filamentosos que forman colonias de color blanco-grisáceo con una apariencia de pelusa.
Estos organismos crecen en alimentos como verduras, pan o carne cuando están en proceso de descomposición y generalmente no causan daño. De hecho, la experta resaltó que en condiciones normales y con un sistema inmunológico adecuado son inocuos.
La principal forma de infección es a través de la vía respiratoria al inhalar las esporas, pero también se puede dar por la vía cutánea, cuando se pegan a una lesión de la piel (herida o quemadura), o mediante la ingesta de alimentos, es decir, por vía gastrointestinal.
Mientras que en personas sanas esta infección no causa ningún daño, en pacientes con diabetes mellitus descompensada (sin control de sus niveles de glucosa), con cáncer, uso prolongado de esteroides, quemaduras o uso de drogas vía intravenosa, las consecuencias suelen ser graves.
La universitaria detalló que el hongo negro puede afectar la piel, mucosas, músculos, cartílagos y huesos, y poco después diseminarse a cualquier parte del cuerpo rápidamente. “Una vez que el paciente comienza con los primeros signos y síntomas, en una semana podría tener afectación en todos esos tejidos y morir”, advirtió.
Esta afección puede ser rinocerebral cuando provoca inflamación de la cara de manera unilateral, “caída” del párpado, dolor de cabeza, congestión nasal, lesiones negruzcas en la nariz o paladar, y fiebre. O pulmonar, con tos, dolor de pecho y dificultad para respirar. Y gastrointestinal, con dolor abdominal, náuseas y vómito y hemorragias gastrointestinales.
Por su parte, Castañón Olivares resaltó que para diagnosticar el hongo negro sólo se requiere tomar muestras de flema, fragmentos de tejido y exudados, pero desafortunadamente en algunos casos el médico no sospecha la presencia de la mucormicosis y esto retrasa su diagnóstico y tratamiento.
En el caso de los pacientes con diabetes que no se apegan a su tratamiento y que fueron infectados con SARS-CoV-2, la inmunosupresión del virus podría abatir aún más sus defensas y permitir el crecimiento del hongo, alertó.
Estos pacientes presentarán inflamación en la cara o lesiones necróticas (de muerte de tejido), flemas o escurrimiento nasal con sangre y deberán acudir al hospital rápidamente para que se haga el diagnóstico y se instaure el tratamiento.
Las especialistas aclararon que el hongo negro se presenta en pacientes hospitalizados en estado de salud muy grave, por lo que es difícil que una persona que vemos en la calle lo desarrolle.
También añadieron que, si bien la enfermedad se cura, puede dejar secuelas estéticas (por pérdida de uno o los dos ojos, por ejemplo) o afecciones a nivel del Sistema Nervioso Central.